tteoría del espermatocidio

Hice un corto, superficial y poco exhaustivo análisis con respecto a la controvertida y ahora hundida Ley de Prohibición del Aborto en Colombia y llegué a la siguiente conclusión:

Se dice que ya hay vida cuando uno de los 300 millones de espermatozoides que divagan en el vientre femenino fecunda un óvulo. Me atrevo a plantear que eso es, en parte, falso: para mí, hay vida antes de que fecunde el espermatozoide.
¿No hay vida ya en los espermatozoides, desde que tiene libre movimiento en el epidídimo masculino? ¿O cómo es que adquieren movilidad los espermatozoides para viajar a través de los conductos seminíferos a buscar óvulos en territorios desconocidos? ¿Alquimia Mágica Intragenital?
Para mí, ya hay vida.
¿Se han puesto a pensar que los espermatozoides que nunca fecundaron un óvulo mueren después de que, antidemocráticamente, solo uno de ellos llegara a fecundar el óvulo? ¿Y de quién es la culpa? ¿Quién los mató, la mujer o el hombre? ¿Fue homicidio accidental culposo?
Podría decirse que la culpa es del hombre; pero no del que eyaculó, sino de aquel que de forma egoísta fecundó el óvulo femenino. De ser así, deberían arrestar y juzgar a todo aquel que nazca, pues es el principal testigo y sospechoso de tan fatal Espermatocidio.
Si hacemos un pequeño cálculo, con tan solo 4 eyaculadas, un hombre podría poblar todo el territorio de China. Básicamente eso lo convertiría a uno, por la cantidad de muertes, en alguien equivalente a 43 Hitlers.
Pero no, yo digo que la culpa sí es del hombre, del que eyaculó, pues en su vientre, bajo su protección y cuidado, reposaban plácidamente cerca de 300 millones de seres vivos, y dejó al azar del destino su suerte y, por ende, el final de su vida.
Aquí finaliza mi teoría.
Entonces, yo les propongo a los congresistas de la República de Colombia, creadores de la Ley Anti Aborto, que si van a sacar leyes ridículas, entonces, tengan en cuenta mi “Teoría del Espermatocidio” y, siendo consecuentes con lo anterior, tendrían que sacar una Ley Anti-Eyaculación.
Pero como eso en nuestra sociedad machista no funcionaría, sugiero a los señores congresistas que, por iniciativa y para evitar el aborto antes del aborto, dejen de tener sexo o cualquier cochinada que practiquen que atente contra alrededor de 300 millones de seres vivos y, de paso, así evitar su trágica multiplicación, pues hay mujeres (y hombres) en este mundo que no quieren que ustedes se reproduzcan.